Etiquetado, ¡claro como el agua!

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Etiquetado, ¡claro como el agua!

Carlos García, Dietista-Nutricionista

 

Seguro que alguna vez te ha pasado como a mí, y te has visto en el supermercado con un bote en la mano y guiñando el ojo para conseguir leer la información en el etiquetado nutricional. Y lo peor es que, después de eso, en muchos casos es casi imposible descifrar lo que eso quiere decir. ¿Esto a quién beneficia? Está claro, ¡al consumidor, no! Pero, en mi opinión, creo que al empresario tampoco. Si tienes un producto bueno, enséñalo. Muestra los beneficios de tu producto y dile al consumidor por qué se va a beneficiar tomándolo.

Muchos podemos simplemente mirar esta información porque nos preocupamos por lo que comemos (o damos de comer a nuestra familia), pero hay otra gente, con alergias o intolerancias, para los cuales un buen etiquetado puede ser vital. ¿No deberíamos, por tanto, exigir como consumidores, que el etiquetado sea legible, sencillo e intuitivo? En esta época en la que la sociedad pide transparencia en todos los ámbitos, deberíamos ser exigentes y pedirla también para productos que tienen un efecto tan directo sobre nuestra salud, ¿no crees? Como mínimo que se pueda leer, digo yo.

Todo esto que estoy pidiendo ya se le ha ocurrido a alguien, claro. Viene recogido en el reglamento (UE) Nº1169/2011 sobre la Información Alimentaria Facilitada al Consumidor, cuya intención fue la de estandarizar la información que se proporciona al consumidor en la Unión Europea. La misión no es otra que proteger al consumidor, facilitándole información nutricional que le sea fácil de entender y útil. Muchos productos ya han aplicado esta normativa, pero en realidad no pasará a ser obligatoria hasta el 13 de diciembre de 2016.

 

¿Qué entendemos por información nutricional obligatoria de un alimento?

Nos referimos a su VALOR ENERGÉTICO y a determinados nutrientes, como son: GRASAS (haciendo al menos mención de qué proporción son grasas saturadas), HIDRATOS DE CARBONO (mencionando cuales son azúcares simples), PROTEÍNAS y SAL. El valor energético y la cantidad de nutrientes se deben expresar por 100g ó 100ml de alimento, pero el fabricante podrá expresar esta información también por porciones. Muchos fabricantes también incluyen cantidades de otros nutrientes, fibra, minerales, vitaminas, cuando estos se encuentren en cantidades significativas con el fin de resaltar las propiedades de su producto. Siempre y cuando se haga de un modo claro y sin ánimo de encubrir otras “virtudes” del producto, no está de más. Me gusta mucho el modelo británico (ver foto) que además de las exigencias europeas, indica mediante los colores del semáforo si el contenido es alto, medio o bajo y todo en la parte de delante del producto. Básicamente, si alguno de los contenidos es alto, te está diciendo que es un producto de uso ocasional. Algunas marcas en España están haciéndolo también por iniciativa propia, pero estaría bien que estuviera estandarizado y coordinado por el gobierno. Hay quien dice que los colores pueden inducir a una mala interpretación del etiquetado y estimular el consumo inadecuadamente; gustos como colores…

En lo referente sustancias o productos que comúnmente causan alergias o intolerancias, éstas deberán aparecer en la lista de ingredientes, resaltándolas con distinto tipo de letra, estilo o color, del resto de ingredientes en la lista. Si no existe una lista de ingredientes, se debe incluir “contiene” seguida de la sustancia o producto que causa la alergia o la intolerancia.

 

¿Y todo esto para qué sirve?

Principalmente para mantenernos alerta frente al marketing agresivo y consigamos ser consumidores más críticos.Un ejemplo clarísimo lo tenemos en la invasión de los productos light y “sin azúcar”. Siento desilusionarte si compras estos productos por cuidar tu línea, por lo general estos productos no te van a ayudar, y además vas a pagar mucho más. Los productos light, por ley, tienen que presentar una reducción mínima del 30% del valor energético del producto de referencia. Este tipo de marketing se suele aplicar sobre productos con alto valor calórico, así que aunque tenga menos, va a seguir teniendo un gran número de calorías. Es decir, si una mayonesa tiene unas 700kcal por cada 100g, la versión light puede tener más de 450kcal; que siguen siendo un montón por una salsa. En cuanto a los productos “sin azúcar”, la gran mayoría compensan la disminución de hidratos de carbono con grasas, y el producto final tiene un valor energético muy similar al original. Otro caso lo tenemos cuando se le adjudican efectos o propiedades que no posee o se insinúa que tiene características propias especiales, por ejemplo, decir que una marca de leche no tiene gluten, ya que, por naturaleza, la leche no tienen gluten.

Así que, la próxima vez que compres algo, mira el etiquetado y comprueba esto que te digo. No te dejes guiar por el color o las palabras que el fabricante ha decidido resaltar (eso es otro tema del que hablaremos más adelante…). Mira la información que por ley está obligado a poner; ¡ahí está la clave!

 

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