Comer en bocados pequeños tiene varias ventajas.

Por un lado, parecerás más elegante. Porque no nos engañemos, a nadie le queda bien tener la boca llena, la cara se deforma si tenemos los dos carrillos muy llenos y empiezas a parecer una patata en vez de una persona. Además, a menos que hayas estado de misión especial en la selva y no hayas podido alimentarte correctamente, no dice mucho de tus buenos modales devorar lo que se te ponga por delante como si no hubiera un mañana.

Por otro lado, masticarás mejor lo que facilita la digestión. Si das bocados pequeños y los masticas bien estarás ayudando a tu aparato digestivo a hacer mejor su trabajo. Nada de llenar la boca a tope, a penas masticar y tragar corriendo para engullir el siguiente bocado, ¡que las muelas están para algo!. Toma bocados pequeños, mastica bien la comida, y tu estómago te lo agradecerá.

Por si eso fuera poco, comiendo en bocados pequeños te saciarás antes. Claro que después de subir el Everest no vas a quitarte el hambre con una tortillita francesa por muy pequeños que des los bocados, pero en condiciones normales te saciarás antes con la misma cantidad de comida si das bocados pequeños y los masticas bien.

Y por último, tomando cantidades más pequeñas de alimentos disfrutarás más. Comer es un placer, disfrútalo aunque estés a dieta, saborea la comida, disfruta de cada bocado con calma. Dedícale a la comida el tiempo que se merece, recuerda que le estás dando a tu cuerpo el alimento que necesita para funcionar correctamente, no te lo tomes a la ligera. Si comes en compañía, aprovecha este momento compartido para hablar, lo que sin duda es más fácil si tomas bocados pequeños.

Recuerda además comer variado y sano según tus necesidades dietéticas. No hace falta que le dediques horas a esta tarea, pero con un poco de planificación y previsión, puedes organizar tu nevera y tus menús para comer los platos que más te gusten, eso sí recuerda que ¡siempre en bocados pequeños!.